Todo es real ... o ilusorio

todo puede ser o no ser,

según sea cómo uno se emplace.




Aquí,

en la intimidad del silencio,

frente al infinito

uno se juega la eternidad completa .
..






viernes, 6 de julio de 2012

Textos antiguos 6, Canarias



1976 Canarias, Silo

Estamos tomando ciertas precauciones y estamos discutiendo con determinadas posturas, posturas que circulan por ahí, posturas que suponen que las operaciones mentales nada tienen que ver con el cuerpo, por ejemplo, que el cuerpo tiene que ver con las operaciones del aparato digestivo, o con lo que los ojos perciben; pero claro, cuando hablamos de las cosas del espíritu a esto no hay que relacionarlo con el cuerpo.
Estamos discutiendo con los que suponen que hay un espíritu que nada tiene que ver con el cuerpo, eso estamos haciendo. Y si hay un espíritu que nada tiene que ver con el cuerpo y es él el que realiza estas operaciones, ¿quién registra esas operaciones?, ¿dónde se registran esas operaciones?, y, ¿cómo se evocan luego esas operaciones?.
Sin sensación no hay registro, sin registro no se puede hablar de tales operaciones. De manera que antes de entrar, como les digo en toda esta descripción del aparato mental o del aparato sicológico, si ustedes quieren, estamos discutiendo un poco con todas estas posturas, que luego, si no las discutimos un poco, vamos a encontrar, tan apurados como estamos, vamos a encontrar con que nos hacen interferencia en el claro juicio sobre estas cuestiones. Además en una pequeña discusión, tales posturas no pueden sostenerse.
Si se habla de un espíritu será porque tengo registro de ese espíritu, eso está bien; y si tengo registro de ese espíritu es porque algo puede ser impresionado por ese espíritu, tendré sensación de ese espíritu. Y si no tengo sensación de ese espíritu no puedo hablar de él, está claro, o puedo, si, pero no puedo hablar con propiedad de ese espíritu si no tengo sensación y no tengo registro de él.
Es cierto que hay numerosas ilusiones de las cuales tengo registro, por supuesto, puedo hablar de muchas cosas ilusorias que en sí no existen, pero que para mi existen.
Hay otros que piensan -por supuesto, claro, no creen en el espíritu-, hay otros que piensan que se trata de una suma de sensaciones, -todo este aparato del siquismo una especie de masa, por agrupamiento de cosas sin articulación ninguna-, que el siquismo funciona solamente por sensaciones. Y claro, como si no hubiera otros aparatos complicados y delicados que coordinaran estas sensaciones, que las hicieran funcionar en estructura.
Ellos piensan que es cuestión de llenar la bolsa -es un pensamiento sumamente adquisitivo e indistinto-, ellos no hacen distinciones entre las distintas funciones con que trabaja esta maquinaria complicada; y esta es una maquinaria muy complicada que trabaja con cosas más o menos precisas. Con ellos también se ha discutido en su momento, con aquellos que creían que las actividades de la mente eran simple sumatoria de sensaciones.
Es muy distinto decir que de la actividad de la memoria tengo sensación, que de la actividad de la imaginación tengo sensación, que de la actividad de los sentidos tengo sensación. Es muy distinto a decir que los sentidos, la memoria y la imaginación sean sensación. Hay distinciones entre ellos, hay distinciones importantes entre ellos. ¿No distinguen ustedes entre lo que ven y lo que recuerdan?, creo que sí, alguna distinción se establece; claro, lo hacen por sensación externa o interna, pero hay distinciones importantes, y hay funciones muy diferentes con que cumplen los aparatos de sentido y los aparatos de representación.
De manera que ese pensamiento tosco, sicológico, claro, no es exactamente del que participamos, pero no participamos tampoco de ese otro pensamiento enrarecido -climático, vamos a decir después-, dictado por sensaciones internas, de ese pensamiento que habla del espíritu como si no tuviera nada que ver con los registros y no tuviera nada que ver con las sensaciones.
Es importante insistir sobre este punto. Hay quienes el cuerpo no les interesa, aquellos que hablan de la mente, del dolor de la mente porque el dolor del cuerpo nada tiene que ver con ellos. Y este dolor de la mente, ¿cómo es que se experimenta? Se experimenta en el espíritu, así como las sensaciones artísticas se experimentan en el espíritu ¿Y quién es ese caballero -¡der Geist, el espíritu!-, quien es ese caballero que realiza tantas operaciones, y que yo creo que está fuera del cuerpo, y cómo tengo yo los datos de ese caballero?. Tengo los datos en el cuerpo.
Bien. Si Uds. quieren, podemos comenzar a estudiar como están organizados estos aparatos, cómo se relacionan entre sí; y todas las descripciones que hacemos sobre esos aparatos y sobre las relaciones de esos aparatos, todos esos estudios que hacemos, los hacemos siempre con referencia al propio cuerpo.
De todas maneras del cuerpo tenemos una sensación generalizada o precisa, y esto no quiere decir que esas sensaciones sean correctas, que las sensaciones que tengamos del cuerpo, nos den una exacta imagen de lo que sea el cuerpo, eso no quiere decir. Sabemos que todos estos aparatos están llenos de ilusiones, que todos estos aparatos nos aportan datos más o menos verdaderos, mas o menos falsos.
Pero lo que si sabemos en general es que todo esto se da en el cuerpo; el cuerpo mismo, la idea misma que tenemos del cuerpo puede ser sumamente ilusoria. Acerca de los límites del cuerpo, podemos tener también mucha ilusoriedad; desde luego, esto también debemos considerarlo.
Bien. Por aparatos en general -y debemos usar un lenguaje más o menos epocal para entendernos-, por aparatos en general se entiende: a la estructura -ya hablamos de esta idea de estructura hace un instante-, a la estructura de los sentidos. A eso le llamamos aparatos. Estructura de los sentidos, estructura de la memoria y estructura de la conciencia en general, con sus distintos niveles. Con sus distintos niveles... ¿recuerdan esto de los niveles de trabajo?.
...
Pasemos ahora a cuestiones de mayor interés. Son las referentes a los problemas de la trascendencia y del sentimiento religioso.
Hay quienes creen que pueden probar la trascendencia por el hecho de que alguna persona murió por un instante y volvió a la vida relatando cosas extrañas. Eso, no prueba más que, al cesar las funciones vitales o al retomarse las funciones vitales, se producen desajustes o ajustes no muy diferentes a los cambios de nivel de conciencia, o en algunos casos, semejantes a los que operan en algunas circunstancias transferenciales cuando ocurren los fenómenos de la luz.
Otros, han visto su propio cuerpo a distancia al entrar o salir de una anestesia profunda. Y hay quienes también han padecido tal fenómeno, por ciertas prácticas forzadas o en momentos de una gran conmoción.
¿Desde dónde han visto a su cuerpo?. Desde afuera, dicen. ¿Y desde dónde han visto a lo que ve?. No desde el cuerpo, por cierto. Porque si hubieran visto desde el cuerpo a lo que ve, no hubieran sino padecido una proyección cenestésica o visual alucinada, tal lo que sucede en vigilia, por ejemplo.
Pero en cambio, como han visto al propio cuerpo desde afuera de él, han padecido más bien el mismo fenómeno que en los sueños, con la alteración del caso y referido a una situación real en principio. Tal por ejemplo, que el cuerpo estaba en una mesa de operaciones rodeado de médicos, y se veía y escuchaba esto, desde cierta distancia, como también se escuchan y se ven los fenómenos con registro inhabitual, al recuperarse alguien de un desmayo.
También existe un sentimiento religioso profundo en el ser humano; y de tal vigor que incluso se ha impuesto a los instintos básicos de conservación individual y de la especie. Y ese sentimiento se ha expresado de distintos modos y ha tomado diferentes objetos.
Pero tal tendencia y tal impulso no demuestran la existencia de Dios, sino que nos dan el registro simplemente, de tal sentimiento.
No hay registro sobre la transcendencia. No hay registro sobre Dios. Tal vez todo sea trascendencia y todo sea Dios, y por eso, precisamente no hay registro.
Por eso, si alguien nos dice que hay trascendencia y Dios, le diremos que eso está bien. Si alguien nos dice que no hay trascendencia ni Dios, le diremos que eso está bien.
En ambos casos diremos que está bien, no por vía de la prueba sino de la creencia. Tal es el estado de la cuestión y la actitud abierta de la mente.
Y si observamos a la mente misma, ¿en donde está ella?: ¿sólo en la inteligencia humana?. Si ello es así, ¿qué significado tiene su aparición entre las cosas naturales?. Y si la mente no solo está en la inteligencia humana ¿desde dónde surge y hasta dónde se extiende, adónde están los límites?. ¿Acaso en los individuos, que aparecen como delimitados, como separados entre sí?. Entonces, ¿cómo pueden, estos individuos, registrar a su mente?.
Sin duda que la mente es más interesante que la trascendencia y Dios. Y en lo que a nosotros toca, observamos que, de acuerdo a las condiciones que ponemos al trabajo de la mente, ella se expresa con sus mejores potencias, o limitadamente. Y ése  es nuestro problema. Y es el sufrimiento el que impide la más profunda expresión de la mente.
No son las preguntas ni las respuestas, en torno a la cuestión de Dios y la trascendencia, las que solucionan el sufrimiento. Por ello estudiamos las tres vías del sufrimiento y estudiamos la raíz posesiva del sufrimiento. Porque allí está la solución.
Pero la raíz posesiva del sufrimiento no es fácil de extirpar, ya que en todo está la posesión. Y cuando esto se comprende se comienza a buscar la no posesión, posesivamente.
Y aquél que quiere no poseer, queda también encerrado en el círculo de su sufrimiento. Y aquél que quiere no sufrir, sufre por esto mismo.
Nosotros estudiamos las tres vías del sufrimiento y su raíz posesiva, pero no tratamos de no poseer, porque esto produce sufrimiento. Tratamos de comprender y de generar una nueva actitud en base a registros de unidad o contradicción interna, y no en base a registros de posesión o de no posesión.
Por ello, nosotros estudiamos las tres vías del sufrimiento y su raíz posesiva y generamos una nueva actitud liberadora cuando al hacer obtenemos registros de unidad interna.
¿Y cómo producimos tales registros?. ¿Acaso valorando los objetos de un modo especial?. Sin duda que no.
He aquí entonces sintetizada la doctrina acerca de la liberación de la mente.
Si alguien me pregunta qué es lo más importante, le diré: Debes comprender las tres vías del sufrimiento, que son la sensación, la memoria y la imaginación. Debes comprender además, la raíz posesiva del sufrimiento.
Y si me pregunta, qué debe hacer además de comprender, le diré: Ir contra la evolución de las cosas es ir contra uno mismo. Cuando fuerzas algo hacia un fin produces lo contrario. No te opongas a una gran fuerza; retrocede hasta que aquella se debilite, entonces, avanza con resolución. Las cosas están bien cuando marchan en conjunto, no aisladamente. Si para ti están bien el día y la noche, el verano y el invierno, has superado las contradicciones. Si persigues el placer, te encadenas al sufrimiento; pero en tanto no perjudiques tu salud, goza sin inhibición cuando la oportunidad se presente. Si persigues un fin te encadenas: si todo lo que haces lo realizas como si fuera un fin en sí mismo, te liberas. Harás desaparecer tus conflictos, cuando los entiendas en su última raíz, no cuando quieras resolverlos. Cuando perjudicas a los demás, quedas encadenado, pero si no perjudicas a otros, puedes hacer cuanto quieras con libertad; cuando tratas a los demás como quieres que te traten, te liberas. No importa en qué bando te hayan puesto los acontecimientos, lo que importa es que comprendas que tú no has elegido ningún bando. Los actos contradictorios o unitivos se acumulan en ti, si repites tus actos de unidad interna, ya nada podrá detenerte.
Y ésta es entonces la doctrina y la propuesta precisa: estudia, investiga, medita y comprende progresivamente las tres vías del sufrimiento y su raíz posesiva, mientras vas generando en todo instante una nueva actitud de acuerdo a estos principios.
En este tiempo hemos estado estudiando y operando, en un nivel, las tres vías del sufrimiento y su raíz posesiva. Pero queda en pie la propuesta de investigar, meditar y comprender progresivamente, mientras vamos generando, instante tras instante, una nueva actitud liberadora de la mente.
......

1976  Canarias, Silo. Fragmento de las “Consideraciones finales”, (día 22º)

“También existe un sentimiento religioso profundo en el ser humano; y de tal vigor que incluso se ha impuesto a los instintos básicos de conservación individual y de la especie. Y ese sentimiento se ha expresado de distintos modos y ha tomado diferentes objetos.

Pero tal tendencia y tal impulso no demuestran la existencia de Dios, sino que nos dan el registro, simplemente,  de tal sentimiento.
No hay registro sobre la trascendencia. No hay registro sobre Dios. Tal vez todo sea trascendencia y todo sea Dios, y por eso, precisamente, no hay registro.
Por eso, si alguien nos dice que hay trascendencia y Dios, le diremos que eso está bien. Si alguien nos dice que no hay trascendencia ni Dios, le diremos que eso está bien.
En ambos casos diremos que está bien, no por vía de la prueba sino de la creencia. Tal es el estado de la cuestión y la actitud abierta de la mente.
Y si observamos a la mente misma, ¿en dónde está ella? : ¿sólo en la inteligencia humana?. Si ello es así, ¿qué significado tiene su aparición entre las cosas naturales?. Y si la mente no sólo está en la inteligencia humana, ¿desde dónde surge y hacia dónde se extiende, adónde están los límites? ¿Acaso en los individuos, que aparecen como delimitados, como separados entre sí? Entonces, ¿cómo pueden, estos individuos, registrar a su mente?

Sin duda que la mente es más interesante que la trascendencia y Dios. Y en lo que a nosotros toca, observamos que, de acuerdo a las condiciones que ponemos al trabajo de la mente, ella se expresa con sus mejores potencias, o limitadamente. Y ése es nuestro problema. Y es el sufrimiento el que impide la más profunda expresión de la mente”.

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